A principios
del siglo XX apareció un inglés en el #Caribe. Nadie recuerda su nombre
ni su procedencia exacta. Pero se sabe que fue el primero en construir
una casa victoriana en la República Dominicana.
El hombre traía los
conocimientos técnicos de una Inglaterra con hambre de edificar y
extender las vías del ferrocarril allá donde hallara un pedazo de
tierra. Al llegar a Salvaleón de Higüey, la población por donde sale el sol en la isla, se topó con un viento incesante, una humedad profunda y un sol a destajo.
Ese clima amenazaba con devorar en un santiamén cualquier
construcción levantada sobre su sabiduría victoriana. El inglés sin
nombre conocido y los dominicanos con los que trabajó tuvieron que
claudicar ante los dictados del lugar y edificaron una vivienda que, en
vez de protegerse del frío, habría de resguardarse del calor, y en vez
de evitar corrientes gélidas, invitaba a la brisa a pasar a casa.
Hacía años que estas viviendas habían caído en desgracia. La elegancia
de cien años atrás se transformó en un sello de pobreza y, hoy, los
dueños de estas casas, en cuanto reunen suficientes pesos, hincan una
pala, las tiran abajo y, en su lugar, levantan un hogar que ellos mismos
construyen con ayuda de algunos albañiles. Estas edificaciones están
borrando el pasado victoriano de la ciudad y asientan una nueva estética
de favela en el corazón de Higüey.
Un 11 de enero, dos españoles huían del frío pelaje del invierno.
El arquitecto Javier Serrano y el ilustrador Pablo Purón habían viajado a
la República Dominicana con un bono para desarrollar un proyecto social
en este país. Era la primera vez que los miembros de Boa Mistura visitaban la isla.
Buscaban un lugar donde hacer lo mismo a lo que han dedicado los últimos
diez años: rehabilitar, recuperar y embellecer espacios urbanos, junto a
los vecinos que viven ahí, para que descubran la importancia de
trabajar juntos en el cuidado de su lugar en el mundo.
Los hombres descubrieron que no solo estaba amenazada la arquitectura anglovictoriana. Algo más
estaba en riesgo: las flores. La supervivencia de muchas especies anda
hoy en ascuas y eso podría desfigurar el paisaje de un país exuberante
sin otoños que pelen su vegetación.
«La rosa de Bayahibe nos mostró el camino. La propia flor nacional
está en peligro de extinción. Luego vimos que hay muchas más», explica
Javier Serrano, una tarde de lluvia en Higüey. «Lo que teníamos que
hacer era concienciar a la población de que ni esta arquitectura ni
estas flores se pueden perder».
Un mes después, cinco hombres de Boa Mistura cruzaron el Atlántico con
sus brochas y sus pinceles.
Iban a recuperar las casas que, un siglo antes, dieron una pátina
victoriana al Caribe. Eso jamás hubiera ocurrido sin ese insigne inglés.
«Fue el primero en llegar a las islas cocolas», especifica Yunes.
«Construyó una casa anglosajona adaptada al trópico de cáncer. Aquí
predomina la lluvia, el viento y el sol. A nosotros nos soplan los
vientos alisios»............
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Es un regalo a la vista para muchos turistas el poder observar y admirar en los países #Caribeños este tipo de casas, cada una adaptada a su entorno; son vestigios de un pasado que nos representa, y que aun en muchos lugares las conservan. Yo pienso que es simple analogía, algo que te lleva a los recuerdos de la niñez, y es una identidad propia que deberíamos resguardar en todos los países del Caribe. debemos proteger lo antiguo en vez de destruirlo, el pasado es parte del futuro, sin el no hay historia. @Negfertty
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